El seminario Latino De Paris

Salir del trauma por el psicoanálisis (1)
Eugenia Varela

Vamos a hablar en este acto del libro-recopilación hecho por Marie-Hélène Brousse, sobre “El psicoanálisis a la hora de la guerra” que es el resultado de dos años de trabajo en equipo. Encontramos textos que son una transmisión de lo singular del trauma que engendra la guerra y la manera como cada uno de los seres hablantes inventa formas de hacer en respuesta a esta situación que se intrinca con lo mas subjetivo e inconsciente de los seres hablantes.

Jacques Lacan en su intervención “La Tercera” en Roma, dice que el trauma silencia, inmoviliza y deja marcas en el cuerpo, como si hubiesen recibido un aluvión que los petrifica.

Se pide al psicoanalista desembarazarlos de lo real, suprimirlo pues este traumatiza, pero si esto sucediera, tendríamos el regreso de la religión, de la verdadera. El psicoanálisis es un discurso del tratamiento de eso que traumatiza, sin suprimirlo, sino cambiando de orientación esas marcas que dejan trazas sobre el cuerpo.

El sentido del síntoma depende del futuro de lo real, el síntoma proviene de lo real y no a la inversa, el psicoanalista no hace surgir lo real, el le hace la contra. La lengua vehicula esas marcas, esos significantes aislados que son homólogos del objeto a, y que se repiten dentro de un grupo que ha vivido la experiencia inconsciente de estas marcas, el inconsciente no es el individuo, él es trans-individual, de allí que interroguemos el deseo del Otro, su goce, su historia, pues el ser-hablante no es causa sui.

Vaciar el cuerpo de esta substancia, de este goce que petrifica, es una operación discursiva que hace pasar ese goce al significante, dándole vida a eso que estaba congelado.  De esta repetición, surge la invención. Por ejemplo, la voz, que es un objeto a privilegiado, puede quedar silenciada en una situación traumática y en su lugar el sujeto escuchara ruidos, que son los restos de la experiencia traumática, como si un avión cayera a tierra. El pasar por la experiencia analítica estas experiencias que han marcado el cuerpo, permite al ser hablante hablar de cómo su vida sexual y/o amorosa quedo fijada a esta repetición, de quedar sin voz, o de sufrir un síntoma corporal, o del pensamiento. Separarse de este objeto, donde el ser y el goce se confunden, es posible extrayendo el objeto y las causas del sufrimiento lo que permite articular lo simbólico del lenguaje, lo imaginario del cuerpo y lo real del goce alrededor de ese hueco.

Llevando la palabra a una escritura que llamamos una letra de goce – esa que extraemos y dejamos desarticulada de la cadena significante- podemos atrapar algo del cuerpo y de su real traumático.  Esta compilación tiene la virtud de llevarnos de la mano en la lectura de cómo cada uno de los autores supo hacérselas con lo real traumático y cómo salió de allí inventando una solución, sin llevarnos a creer que las marcas de goce desaparecen sino mostrando cómo cada cual se inventa un modo sintomático, que cambia radicalmente lo que parecía un destino.

Los invitamos a escuchar las lecturas que nuestros colegas han preparado para esta noche, como una introducción a esta reflexión. Agradezco en nombre de Uds. y del mío, a Marie-Hélène Brousse el haber aceptado nuestra invitación y le doy la bienvenida.

[1] Varela Eugenia, Introducción a la presentación del libro “El psicoanálisis frente a la guerra”, 21 de marzo.

 

Notas sobre el Libro-compilación,
El psicoanálisis a la hora de la guerra
Nicolás Landriscini

El libro El psicoanálisis a la hora de la guerra, un documento formidable publicado en 2015, constituye el resultado de dos años de investigación dentro de la comunidad de trabajo de orientación lacaniana. Se compone de textos escritos por 28 autores, uno de los cuales es Marie-Hélène Brousse, que también es la impulsora y compiladora de la obra. El libro se ordena en dos ejes: uno clínico y otro epistémico.

La primera parte, ordenada en torno al eje clínico, se compone de una serie de textos que constituyen testimonios de sujetos que han vivido la guerra o que portan huellas transmitidas por las generaciones anteriores que la han vivido, padres y abuelos. Se trata de palabras de analizantes o de palabras que escuchan los analistas en su práctica. También hay algunos textos que estudian la relación a la palabra de escritores cuya obra literaria testimonia de su relación con la guerra. En esta primera serie de textos se trata de lo que la guerra enseña al psicoanálisis.

La segunda parte, ordenada en torno al eje epistémico, está compuesta por una serie de textos que abordan tal o cual aspecto de la guerra a la luz de la doctrina psicoanalítica. Encontramos textos que retoman las elaboraciones teóricas de Freud sobre la guerra, mostrando las escansiones que lo condujeron a postular la existencia de la pulsión de muerte, otros que abordan las particularidades de las guerras contemporáneas, marcadas por los aportes de la tecno-ciencia, o declinaciones del concepto psicoanalítico de traumatismo a la luz de la experiencia de la guerra. En esta segunda parte de la obra, se trata más de lo que el psicoanálisis puede enseñar sobre la guerra.

En aras de contribuir al debate de esta noche, yo me limitaré a retomar algunas articulaciones del texto de MHB, titulado De los ideales a los objetos: el nudo de la guerra. Es un texto denso, pero extremadamente sugerente. De su lectura surgen múltiples interrogantes, algunos de las cuales trataré de plasmar en mi breve comentario. Iré directamente al meollo del asunto.

Primer punto

El punto de partida de esta investigación colectiva se formula como una hipótesis de trabajo que se inscribe en oposición a una idea tácitamente admitida en el discurso común. La idea de la guerra como barbarie, retorno a la naturaleza y a sus instintos, opuesta a la civilización pacífica y pacificadora, resultado del proceso de represión y de control de los instintos.

Primera tesis fuerte del texto: la guerra es la civilización. Ella implica el discurso del amo y las instituciones. La civilización es la causa de la guerra, la cual es una de las modalidades del comercio interhumano.

Para Freud, la civilización tiene como función la de refrenar los instintos agresivos. Sin embargo, es un hecho que la guerra se hace casi siempre en nombre de los logros o los progresos de la civilización. Por otro lado, la pulsión de muerte ha colaborado activamente en el progreso técnico y científico, cuyas innovaciones son a menudo resultado de un deseo de guerra.

Freud se ve llevado a oponer Eros y Tánatos y luego se empeña en sostener su mezcla o intrincación. Por su parte, Lacan afirma la unidad pulsional. Toda pulsión es pulsión de muerte, y la reduce a la fuerza del orden simbólico. La guerra es la potencia del orden simbólico, del poder del significante y de las pequeñas letras que constituyen la ciencia aplicada a la destrucción. Es la otra cara de las luces de la civilización.

Dice MHB refiriéndose a Lacan: plantear que el inconsciente está estructurado como un lenguaje y después formalizar todo lazo social como discurso, es decir como modo de goce articulado, permite considerar la guerra sin recurrir a la metapsicología freudiana del dualismo pulsional.

En la medida en que hay una articulación directa entre la noción de la muerte y el orden simbólico, Lacan considera que toda pulsión es pulsión de muerte. Ahora bien, el concepto de deseo también se inscribe en el orden simbólico, el deseo está articulado en la lógica significante, y sin embargo está más del lado de la vida, ¿del Eros?

Es una primera cuestión que propongo que retomemos/declinemos. ¿Por qué la concepción estructuralista del inconsciente y las nociones de discurso y lazo social suponen una superación del dualismo freudiano? Si Tánatos se inscribe, se desprende del orden simbólico, ¿cómo situar a Eros con respecto al mismo?

Segundo punto

He extraído del texto,  lo que MHB llama tres principios para una Massenpsychologie lacaniana. Los retomo:

Primer principio.

La inscripción en un lazo por angustia del rechazo del otro. MHB retoma un texto de Eric Laurent en el que éste muestra que Lacan, para construir el lazo social, no parte de la identificación al líder como Freud, sino de un primer rechazo pulsional. Retoma una secuencia del Escrito de Lacan “El tiempo lógico y el aserto de certitud anticipada”: 1) un hombre no sabe lo que es un hombre; 2) los hombres se reconocen entre ellos; 3) “yo me afirmo como hombre, por miedo a ser convencido por los hombres de no ser un hombre”. Hay una lógica que funciona por defecto. No es una adhesión positiva a los ideales explícitos encarnados por el líder, sino más bien una inscripción apresurada y ciega en una comunidad de semejantes que no se sabe lo que es. Es un “no sé lo que es esto, pero yo formo parte”. Un salto al vacío. La angustia del rechazo del grupo es más fuerte que el miedo a la muerte. Y provoca una docilidad al discurso del amo que puede conducir a un sujeto a su propia muerte.

¿De lo imaginario a lo real?

Segundo principio.

La dialéctica de la agresividad organizada alrededor del objeto de rivalidad/pacto. La agresividad es primero un fenómeno imaginario que marca la relación entre los semejantes. Lacan (seminario X): “Está de entrada el plano de la primera identificación con la imagen especular, desconocimiento original del sujeto en su totalidad. Luego está la referencia transitivista que se establece en su relación con el otro imaginario, su semejante. Es lo que hace que su identidad se distinga siempre mal de la identidad del otro. De ahí la introducción de la mediación de un objeto común, objeto de competición, cuyo estatuto corresponde a la noción de pertenencia, ¿es tuyo o es mío? Es la introducción del objeto con valencia fálica en la dialéctica imaginaria de la agresividad, que moviliza la rivalidad imaginaria y los acuerdos/pactos simbólicos.

¿De lo imaginario a lo simbólico?

Tercer principio

El objeto a lacaniano se sitúa por fuera de la serie de objetos cotejables. Fuera de la lógica de la rivalidad imaginaria o del intercambio simbólico. Toca a lo real, a lo imposible,  en cuanto existe como objeto perdido. Sin embargo, el objeto a permite esclarecer el fenómeno del impacto de los líderes. En la perspectiva freudiana de la psicología de las masas, el líder obtiene su poder del ideal. En la perspectiva abierta por Lacan, el líder obtiene su poder sobre las masas,  del objeto a que hace relucir/brillar. Ejemplo: la voz electrizante de Hitler, signo de su goce que tocaba/captaba el goce de las masas en sus meetings. Lacan añade el bigote, que vestía el agujero de donde salía la voz. Es el tercer principio de una teoría lacaniana de la psicología de las masas: ellas responden, reaccionan a los objetos plus de goce asociados a un signo sobre la imagen del cuerpo.

¿De lo imaginario a lo real?

MHB termina este apartado diciendo: “Lo imaginario es entonces el instrumento de la guerra que anuda las otras dos dimensiones, lo simbólico de ganar/perder y lo real del objeto que escapa a todo valor. Él constituye un soporte de goce esencial”.

Ahora, también hay otra modalidad topológica: aquella según la cual la guerra pone lo simbólico al servicio de lo real: la muerte, que como medio para defender los ideales se convierte en fin en sí misma, un sacrificio, con los saberes puestos al servicio de la guerra, la técnica, la ciencia, etc.

Tenemos pues lo I al servicio de S y R y lo S al servicio de lo R.

Propongo que discutamos esto.

Tercer punto

La guerra como père-version. La guerra destruye no sólo material y vidas, sino también los lazos sociales que ordenan los discursos. MHB trae una cita de Lacan en el seminario VIII: “Les recuerdo a ustedes de otra forma lo que había indicado al final de un seminario anterior (el 6), el esquema de la relación de la perversión con la cultura, en la medida en que ésta se distingue de la sociedad. Mientras que la sociedad acarrea, por su efecto de censura, una forma de desagregación que se llama neurosis, la perversión, cuando es producto de la cultura, se puede concebir en un sentido contrario de elaboración, de construcción, de sublimación –pronunciemos la palabra-. Y el círculo se cierra, al aportar la perversión elementos que inquietan a la sociedad y al favorecer la neurosis la creación de nuevos elementos de cultura”.

La guerra reconstruye el orden social existente, pero promueve nuevas formas de discurso. Trabaja a la sociedad y sus categorías, produce mutaciones en el discurso del amo. Modifica el espacio transformando las fronteras y los territorios. En este sentido, MHB la compara a la père-version tal y como Lacan la evoca en ese pasaje. En la producción de escansiones de la historia, ella funciona como una interpretación real.

Propongo que discutamos esta idea, incluyendo la distinción que hace Lacan entre sociedad y cultura. Esta idea evoca el texto de A. Vicens en el que postula la existencia de un goce perverso compartido en el núcleo de la armada franquista que llevó a cabo el levantamiento militar.

Texto presentado en el acto del Seminario Latino de Paris- l’Envers de Paris, para la presentación del libro-compilación de Marie-Hélène Brousse,  El psicoanálisis frente a la guerra , el día 21 de Marzo del 2018.